Tarde, como siempre.

Me siento como una jodida estúpida, haberle tenido que perder para darme cuenta de que me había enamorado, otra vez. Que lo perfecto se presenta pocas veces en la vida, y tienes que saber retenerlo, pero yo lo dejé pasar por delante de mis narices. Ni siquiera me dio tiempo a suspirar; ya te habías marchado.

Te quiero, pequeño.

Pude soportar cosas, pero esto está siendo superior a mí, he comenzado a necesitarte después de tanto extrañarte. Aún sigo sin poder comprender por qué, yo no quería esto; he querido al chico perfecto a mi lado desde siempre, pero cuando lo tuve conmigo tuve que desperdiciar esa enorme oportunidad que me daba la vida. La cagué, mucho, sé que ahora es todo imposible, porque en este caso, la palabra está bien empleada. Pero necesito tenerte aquí, a mi lado. La luz se ha apagado, y yo no sé por donde tengo que ir ya, tampoco quiero caminar sola y a ciegas, y solo eres tú el que puede guiarme.
Has sabido enseñarme lo bueno de la vida, y eso no lo hace cualquiera, también me diste motivos para estar feliz, aunque luego me los quitaste. Supiste como hacer que mi tiempo se detuviera,pero cuando te marchaste el tiempo recuperó lo perdido. Y siguen pasando los días, el sol se pone y se marcha, lo vuelve a hacer cada día, pero ahora da igual, no estás aquí.
Sé que yo no soy tu verdadero amor, pero me alegro de que tú seas el mío.

Caen las hojas como caen mis sueños-

Y es así, supongo que la situación podría cambiar, pero por el momento no lo hace, y por mas que quiera, seguirá siendo así hasta que llegue el día. Ese día en el que le echo un par de cojones para afrontar el momento, y sepa lo que piensa la otra persona. Mientras tanto, pasan los años, los meses, las semanas, los días, las horas, los minutos, los segundos.. confío en que sea él quien tome la iniciativa, pero en el fondo, se que lo único que nos une es amistad. Y esque poco a poco, desde que te conocí, sentí buenas vibraciones dentro de mi, como que era algo especial. Estoy así por no decir lo que quiero, con solo un puñado de palabras que salieran de mi boca, todo cambiaría, pero el no saber si lo harían para bien o para mal, me obliga a callar. Caen las hojas como caen mis sueños, resbalando ante mis narices, con gotas de agua que parecen lágrimas.

Puede parecer estúpido, pero todavía sigo creyendo en los monstruos de debajo de la cama, aún tengo miedo a la oscuridad. Sigo creyendo que el hombre del saco va a venir a por mi cuando esté dormida y cada vez que oigo un trueno me escondo tras las sábanas. Todavía creo en esas cosas tan absurdas, por cierto, también creo en el amor.

Marcharse, esa es mi solución.

Se acciona algo dentro de ti, y es ahí cuando te das cuenta de que tienes que aceptar la realidad, que nada volverá a ser como antes, que las cosas solo ocurren una vez, y dos, como mucho, pero tu has sobrevolado el límite, ya es imposible. Comprendes que aferrarte a algo no es bueno, y menos si a lo que te aferras te hace sufrir. Sabes que si coges un nuevo destino serás capaz de afrontar tu pasado; por eso mismo haces tus maletas y partes hacia donde te guía el viento.

En nuestro caso, el mundo no es un pañuelo.

     

     Resistirnos a las tentaciones nunca fue nuestro punto fuerte, cariño, y en vez de echarle dos cojones y caminar de frente el uno hacia el otro decidimos salir corriendo a doscientos por hora  en la dirección contraria. 
Lo que pasa es que en nuestro caso el mundo no  es un pañuelo, es un jodido possit, y aquí estamos otra vez, como siempre partiendo el mundo
en dos con nuestras sonrisas y desafiándonos con miradas.

Hay muchas formas de quererse, ¿sabes?

Pero la suya era total. Un amor puro, increíble, alucinante. Un amor especial como hay pocos.

- Y no hubo final feliz, pero sí pudo haberlo.